jueves, 29 de mayo de 2014

Signos no verbales.


Este grupo de hablantes posee una cultura delimitada por normas, pero también compuesto por un sistema semiótico variado. Es el lenguaje propio de un grupo de personas que adoptan una forma de vida peculiar y un sistema de valores opuestos al de la sociedad en la que se insertan. Es una antisociedad que posee un antilenguaje o argot, que abarca una música, unas ropas, cortes de pelo, unas costumbres y unas marcas distintivas. De esta forma, el fenómeno argótico no se reduce solo al “verbo”, a la palabra, sino que incluye la gestualidad y un conjunto de costumbres que toda la subcomunidad lingüística comparte y crea.
En el seno de este grupo heterogéneo de individuos, caracterizados por su marginalidad, se establecen unos subgrupos que poseen sus signos particulares, como por ejemplo, las prostitutas, quienes presentan una ropa distintiva (tacones de elevada altura, color llamativo de las ropas y del maquillaje, falda corta, pantalones estrechos, etc.) e incluso ocupan unos espacios determinados del ámbito urbano durante la noche o el día.

Igualmente, estos signos, como ocurre con los rasgos lingüísticos, responden a diferentes funciones comunicativas o empleos puntuales. Establecemos una tipología o clasificación de dichos signos.
-          Gestos y marcas: en el argot criminal la necesidad de comunicarse sin ser comprendidos, entablando conversaciones a distancia en la prisión sin ser molestados por los guardianes, ha dado lugar al nacimiento de un lenguaje mímico muy elaborado. Consiste en crear un signo para cada letra del alfabeto. Se utiliza para hablar de celda a celda, entre otras muchas situaciones. También se llegan a comunicar mediante golpes realizados en las cañerías de la cárcel.
Casi todos los gestos van unidos a una expresión lingüística: un deíctico (aquí) y un verbo de acción desemantizado (hacer, ir). El deíctico remite al gesto correspondiente, que a su vez coincide con la parte más representativa del objeto simbolizado (la boca del delator, la nariz del cocainómano, la vena del toxicómano, etc.). Se observa, pues, una relación estrecha y motivada, casi metonímica, entre en significante y el significado, y el desentrañamiento del sentido no comporta grandes dificultades. Los gestos suplen a las palabras, ya que el silencio contribuye a la cripticidad, a mantener en secreto en mensaje.
La mirada también es un elemento no verbal en el lenguaje del delincuente y una especie de regulador de la conversación.
Las marcas son otro tipo de señales, realizadas por los delincuentes (en libertad) para indicar las características de una vivienda, las cuales facilitan su robo. Emisor y receptor no se hayan en presencia, sino distantes en el espacio y en el tiempo, por eso las señales se fijan en un soporte estable como paredes o puertas. Estas marcas tenían gran importancia en la criminalidad clásica. Consistían en dibujos o figuras convencionales, complementarias del argot, que se trazaban sobre las fachadas de las viviendas o incluso en los penales.

-          Tatuajes: Dentro de este sistema, los tatuajes o tatus son elementos significativos de la integración del individuo en el mundo delictivo, tanto para sus iguales como para las personas ajenas a esta cultura.

BIBLIOGRAFÍA:

- Sanmartín Sáez, Julia (1998). Lenguaje y cultura marginal. El argot de la delincuencia. Valencia: Universitat de València.

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