A la hora de estudiar el argot de la delincuencia,
debemos de tener en cuenta que la oralidad es un rasgo inseparable, puesto que
aquello que se emite no suele escribirse, si no que está destinado a la
conversación.
En la literatura
que incluye voces del argot, comprobamos que el autor trata de reflejar en el
texto el habla como una forma de caracterizar a los personajes y otorgar mayor
realismo. En estos textos se pueden adoptar diversos grados de verosimilitud,
en función de 4 criterios:
- si la figura del autor coincide con la del
narrador-personaje (autobiografía sea ficticia o real)
- si el escritor conoce directamente el mundo
delictivo (es policía, delincuente…).
- según la cantidad de voces argóticas que aparece y
su transcripción.
- si el argot
se halla ubicado o no en el registro pertinente.
Al no experimentarse en este argot una formalización
clara, existen una gran cantidad de variaciones entre fonemas con rasgos
distintivos muy parecidos como los siguientes:
-buchante y
muchante: disparo
- herales y jerales: pantalones
- mechera/merchera: ladrona o mezcla de payo y
gitano
-fusco y fusca:
pistola
-pla y plas: hermano
- churi y chori: navaja
- estaripel y estaribel: cárcel
- jayeres y layares: joyas
La falta de
instituciones normativas hace que se experimente una renovación constante a
todos los niveles como puede verse.
El argot, al caracterizarse sobre todo como léxico,
inicialmente, no presenta unos rasgos fonéticos distintivos. J. García Ramos ha señalado dos fenómenos procedentes del
cheli y la fonética de los pasotas: la
sibilante dental /s/ y el yeísmo con rehilamiento.
Por su parte, F. Lázaro Carreter y J. Gil aluden a la fricativización de la africada
palatal sorda (macho-mascho) y al arrastramiento de la alveolar fricativa sorda
(passa). En los informantes entrevistados no se han hallado tales rasgos, tal
vez porque el estudio de dicho autor se centra en una zona y en un momento
diferente al nuestro.
Se ha observado un curioso fenómeno, que también se
documenta en el argot francés, tal y como explica D.François y que es la presencia en el argot de algunos sonidos
extraños, como en el caso del francés, algunas onomatopeyas y por formas duplicadas.
Todos estos
fenómenos son formas de llamar la atención del receptor y, a la vez, se
convierten en juegos verbales e incluso podrían encuadrarse dentro de la
función poética. Basta con una rápida revisión para percibir la presencia repetitiva del
fonema /c/, explicable a partir de la influencia directa del caló. Algunas de
las voces que contienen este fonema son:
chabolo ‘celda’, chapar ‘cerrar’, chapero ‘hombre que se prostituye’,
chati ‘mujer o novia’, chicharra ‘colilla de un cigarrillo de droga’, china
‘piedrecita de droga’, perlacha ‘ventana’, chaborrillo ‘niño’, chinorri ‘niño’,
chorar ‘robar’, chorizo ‘ladrón’, churi ‘navaja’, jicha ‘funcionaria’, etc. El
uso de este fonema podía implicar una marcación frente a la lengua general, una
forma de distinguirse. También se ha atestiguado, por una parte, una
onomatopeya de reciente sonido que emite el mono, y, por lo tanto, alude al
propio término del argot mono, ‘síndrome de abstinencia’). Y por otra, la
frecuente duplicación fonética: chachi ‘bueno’, cocora ‘botín’, paganini
‘cliente en prostitución’, telele ‘crisis nerviosa’…
Ciertos rasgos fonéticos, característicos del habla
vulgar se desarrollan en el argot delincuencial como son:
-pérdida de –d intervocálica(aboga(d)o, colora(d)o,
consuma(d)o, cuña(d)o, metí(d)o, pringa(d)o, podrí(d)os);
-supresión de
sílabas finales (pa(ra), na(da), to(do), etc.); vacilación entre las vocales
diespertarnos, comisería)
- cambiode r por l (argo, sargo, porvo)
- aspiración de s implosiva (la(s), pasamo(s),
primera(s), re(s)petuosos)
-otros
vulgarismos fonético (pos, aluego, asín…).
Es cierto que, en general, muchos de los
delincuentes proceden de las clases más desfavorecidas y esto lleva una
desigualdad lingüística, en el sentido empleado por Bernstein. Además, ésta no
es solo un reflejo de la desigualdad social, sino un medio para mantenerla. No obstante este
argot no es exclusivo de las clases sociales bajas, puesto que la adicción a
las drogas, desgraciadamente se da en todas las clases sociales.
Un aspecto importante que se debe apuntar es la
aparición en el idiolecto de algunos informantes, sobre todo de los más
marginales y procedentes de una extracción social baja, de una pronunciación o
dicción especial. Dicha pronunciación responde a una tendencia general: la
correlación entre elementos prosódicos y paralingüísticos y las categorías sociales.
Destaca especialmente la forma de pronunciar con una fuerza prosódica mayor y
cierto tono “despectivo” algunas sílabas de voces que designan los elementos o
valores negativos para el delincuente. El deseo de llamar la atención o de que
otras personas participen de nuestras emociones nos hace insistir con mayor
énfasis en una palabra, precisamente en aquella más cargada de significación o
emotividad. En francés, por ejemplo, se hace desplazar el acento y se provoca
una pronunciación con alargamiento de la
consonante más afectada al igual que también se
observa el alargamiento de la
sílaba tónica de la forma argótica: jiícho ‘funcionario’.
Bibliografía
Lenguaje y cultura marginal, julia sanmartín.
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