jueves, 29 de mayo de 2014

ORALIDAD Y RASGOS FONÉTICOS:

A la hora de estudiar el argot de la delincuencia, debemos de tener en cuenta que la oralidad es un rasgo inseparable, puesto que aquello que se emite no suele escribirse, si no que está destinado a la conversación.
En la  literatura que incluye voces del argot, comprobamos que el autor trata de reflejar en el texto el habla como una forma de caracterizar a los personajes y otorgar mayor realismo. En estos textos se pueden adoptar diversos grados de verosimilitud, en función de 4 criterios:
- si la figura del autor coincide con la del narrador-personaje (autobiografía sea ficticia o real)
- si el escritor conoce directamente el mundo delictivo (es policía, delincuente…).
- según la cantidad de voces argóticas que aparece y su transcripción.
- si el argot  se halla ubicado o no en el registro pertinente.
Al no experimentarse en este argot una formalización clara, existen una gran cantidad de variaciones entre fonemas con rasgos distintivos muy parecidos como los siguientes:
-buchante y  muchante: disparo
- herales y jerales: pantalones
- mechera/merchera: ladrona o mezcla de payo y gitano
 -fusco y fusca: pistola
-pla y plas: hermano
- churi y chori: navaja
- estaripel y estaribel: cárcel
- jayeres y layares: joyas
 La falta de instituciones normativas hace que se experimente una renovación constante a todos los niveles como puede verse.
El argot, al caracterizarse sobre todo como léxico, inicialmente, no presenta unos rasgos fonéticos distintivos. J. García Ramos  ha señalado dos fenómenos procedentes del cheli y la fonética de  los pasotas: la sibilante dental /s/ y el yeísmo con rehilamiento.
Por su parte, F. Lázaro Carreter  y J. Gil  aluden a la fricativización de la africada palatal sorda (macho-mascho) y al arrastramiento de la alveolar fricativa sorda (passa). En los informantes entrevistados no se han hallado tales rasgos, tal vez porque el estudio de dicho autor se centra en una zona y en un momento diferente al nuestro.
Se ha observado un curioso fenómeno, que también se documenta en el argot francés, tal y como explica D.François y que es  la presencia en el argot de algunos sonidos extraños, como en el caso del francés,  algunas onomatopeyas y por formas duplicadas.
 Todos estos fenómenos son formas de llamar la atención del receptor y, a la vez, se convierten en juegos verbales e incluso podrían encuadrarse dentro de la función poética. Basta con una rápida revisión  para percibir la presencia repetitiva del fonema /c/, explicable a partir de la influencia directa del caló. Algunas de las voces que contienen este fonema son:  chabolo ‘celda’, chapar ‘cerrar’, chapero ‘hombre que se prostituye’, chati ‘mujer o novia’, chicharra ‘colilla de un cigarrillo de droga’, china ‘piedrecita de droga’, perlacha ‘ventana’, chaborrillo ‘niño’, chinorri ‘niño’, chorar ‘robar’, chorizo ‘ladrón’, churi ‘navaja’, jicha ‘funcionaria’, etc. El uso de este fonema podía implicar una marcación frente a la lengua general, una forma de distinguirse. También se ha atestiguado, por una parte, una onomatopeya de reciente sonido que emite el mono, y, por lo tanto, alude al propio término del argot mono, ‘síndrome de abstinencia’). Y por otra, la frecuente duplicación fonética: chachi ‘bueno’, cocora ‘botín’, paganini ‘cliente en prostitución’, telele ‘crisis nerviosa’…
Ciertos rasgos fonéticos, característicos del habla vulgar se desarrollan en el argot delincuencial como  son:

-pérdida de –d intervocálica(aboga(d)o, colora(d)o, consuma(d)o, cuña(d)o, metí(d)o, pringa(d)o, podrí(d)os);
 -supresión de sílabas finales (pa(ra), na(da), to(do), etc.); vacilación entre las vocales diespertarnos, comisería)
- cambiode r por l (argo, sargo, porvo)
- aspiración de s implosiva (la(s), pasamo(s), primera(s), re(s)petuosos)
 -otros vulgarismos fonético (pos, aluego, asín…).
Es cierto que, en general, muchos de los delincuentes proceden de las clases más desfavorecidas y esto lleva una desigualdad lingüística, en el sentido empleado por Bernstein. Además, ésta no es solo un reflejo de la desigualdad social, sino  un medio para mantenerla. No obstante este argot no es exclusivo de las clases sociales bajas, puesto que la adicción a las drogas, desgraciadamente se da en todas las clases sociales.
Un aspecto importante que se debe apuntar es la aparición en el idiolecto de algunos informantes, sobre todo de los más marginales y procedentes de una extracción social baja, de una pronunciación o dicción especial. Dicha pronunciación responde a una tendencia general: la correlación entre elementos prosódicos y paralingüísticos y las categorías sociales. Destaca especialmente la forma de pronunciar con una fuerza prosódica mayor y cierto tono “despectivo” algunas sílabas de voces que designan los elementos o valores negativos para el delincuente. El deseo de llamar la atención o de que otras personas participen de nuestras emociones nos hace insistir con mayor énfasis en una palabra, precisamente en aquella más cargada de significación o emotividad. En francés, por ejemplo, se hace desplazar el acento y se provoca una pronunciación  con alargamiento de la consonante más afectada al igual que también se  observa  el alargamiento de la sílaba tónica de la forma argótica: jiícho ‘funcionario’.

Bibliografía

Lenguaje y cultura marginal, julia sanmartín. 

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