A la hora de estudiar todo lo que repercute a
las jergas es necesario hablar de los antilenguajes, puesto que son formas de
expresarse que buscan no ofrecer información a quien no se quiere.
Los antilenguajes son estudiados desde la
semiótica social, que es la disciplina que se encarga del estudio de la lengua
desde el punto de vista de su uso en la sociedad. El componente social es
inalienable en la lengua, puesto que el funcionamiento de una lengua no solo se
organiza en torno a un punto de vista interno y lingüístico, si no que también
entran en juego elementos extralingüísticos.
Dentro de nuestro lenguaje, existen una gran
cantidad de pequeños sistemas que están destinados a la representación de los
diferentes estímulos que recibimos y su posterior respuesta. Entonces, parece
ser que uno de estos sistemas se encarga de representar los usos sociales de la
lengua. Por lo cual nos encontramos que para la creación de las jergas este
sistema se agudiza hasta el punto que solo es entendido por un grupo social que
realiza variaciones lexicales que solo
tienen sentido cuando se comparte un contexto común
Nuestro cerebro, a la hora de la creación del
significado léxico y gramatical, aporta significados de orden superior en todo
lo que respecta al contexto social, puesto que no crea significaciones
concretas para un contexto social en particular, si no que las crea para el
conjunto total de contextos sociales que pueda desarrollar el individuo a lo
largo de su vida. De manera que la forma de vida que lleve y las clases
sociales con las que esté en contacto son fundamentales a la hora de proceder a
la asignación de significado a la
realidad.
M.A.K.Halliday, representante
principal de la teoría de la semiótica social, discute posturas filosóficas del lenguaje del siglo XX, según
las cuales el lenguaje simplemente codifica una realidad externa.
Para el lingüista británico, lo
que hace el lenguaje es crear términos
referenciales y denotativos en relación a la experiencia, y aquí el elemento social es innegable.
En relación con esta concepción
del lenguaje, en El lenguaje
como semiótica social (1978), Halliday
desarrolla el concepto de antilenguaje. En términos generales, dicho concepto
está relacionado, como caso extremo, con los dialectos sociales, que poseen un
código, pero las jergas llevan a cabo un cambio de un código para que no sea
entendido sin desarrollar uno propio
Según él, un antilenguaje surge en la
antisociedad, es decir que por motivos de marginalidad, se crea como una microsociedad que se establece dentro
de otra como alternativa. Es un modo de resistencia que puede adoptar una forma
pasiva o activa, e incluso de
destrucción. Este sería el origen del lenguaje de resistencia, una forma de
revolucionaria contra las normas, convenciones y restricciones propias de la
dominación simbólica que ejerce la cultura oficial en base a qué se puede pensar, hacer, decir.
Un recurso característico es agudizar la
imaginación, para dar lugar a la creación de nuevos significados y
con ello debilitar o trastocar, a partir de las metáforas, la racionalidad en el lenguaje estandarizado de la cultura
dominante. Se trata de un cambio estético que incluso puede dar lugar a una
poesía de protesta.
En este sentido, se puede concebir el lenguaje
estándar como un modelo autoritario cuyas normas impuestas pueden
ser resistidas por el antilenguaje de los argots, jergas, u otros
dialectos sociales, o incluso de la poesía, en tanto puede llegar a ofrecer una
realidad alternativa al modelo recibido.
Desde el punto de vista de la
estructuración lingüística, entre un lenguaje y un antilenguaje existen
similitudes. La estructuración del antilenguaje parte de la misma gramática
general pero usa un vocabulario distinto en las áreas
relacionadas con las actividades de marginalidad y aquellas que se separen de manera más radical de la sociedad
establecida. En sí, este vocabulario particular se asemeja a la característica
técnicas de un registro especial.
La forma más simple adoptada por un
antilenguaje es la del cambio de palabra. Se trata de una nueva lexicalización de términos de carácter parcial
ya que no todas las palabras del lenguaje común tienen una realidad
cubierta por el antilenguaje. Además, puede ser caracterizado también por una
sobrelexicalización en determinadas áreas.
Ahora se explicaría correctamente el por qué
estos antilenguajes siempre han surgido entre grupos pertenecientes a la clase social
más baja y conflictiva. Se observa un creciente desarrollo en los suburbios de
las grandes ciudades y hay lugares donde tienen un uso continuo como en la
cárcel. Existen jergas de prostitución, de drogas, de las cárceles…, es decir
aquellos sectores que tienen una visión negativa y provocan una fractura en la
sociedad.
Finalmente, es de destacar que no todos los
antilenguajes son lenguajes de resistencia y protesta sociales. Hay jergas más
intelectuales, como los lenguajes del misticismo en la literatura, la jerga
médica, la jerga tecnológica o la jerga de los juristas entre otras.
Bibliografía: EL LENGUAJE COMO SEMIÓTICA
SOCIAL M.A.K. HOLLIDAY
A
PROPÓSITO DE LA VIOLENCIA DEL ARGOT M.L. PARDO.
No hay comentarios:
Publicar un comentario