jueves, 29 de mayo de 2014

EN RELACIÓN A LOS ANTILENGUAJES

A la hora de estudiar todo lo que repercute a las jergas es necesario hablar de los antilenguajes, puesto que son formas de expresarse que buscan no ofrecer información a quien no se quiere.
Los antilenguajes son estudiados desde la semiótica social, que es la disciplina que se encarga del estudio de la lengua desde el punto de vista de su uso en la sociedad. El componente social es inalienable en la lengua, puesto que el funcionamiento de una lengua no solo se organiza en torno a un punto de vista interno y lingüístico, si no que también entran en juego elementos extralingüísticos.
Dentro de nuestro lenguaje, existen una gran cantidad de pequeños sistemas que están destinados a la representación de los diferentes estímulos que recibimos y su posterior respuesta. Entonces, parece ser que uno de estos sistemas se encarga de representar los usos sociales de la lengua. Por lo cual nos encontramos que para la creación de las jergas este sistema se agudiza hasta el punto que solo es entendido por un grupo social que realiza  variaciones lexicales que solo tienen sentido cuando se comparte un contexto común
Nuestro cerebro, a la hora de la creación del significado léxico y gramatical, aporta significados de orden superior en todo lo que respecta al contexto social, puesto que no crea significaciones concretas para un contexto social en particular, si no que las crea para el conjunto total de contextos sociales que pueda desarrollar el individuo a lo largo de su vida. De manera que la forma de vida que lleve y las clases sociales con las que esté en contacto son fundamentales a la hora de proceder a la asignación de significado  a la realidad.
M.A.K.Halliday, representante principal de la teoría de la semiótica social,  discute posturas  filosóficas del lenguaje del siglo XX, según las cuales el lenguaje simplemente codifica una realidad externa.
Para el lingüista británico, lo que hace el lenguaje es crear términos referenciales y denotativos en relación a la experiencia, y aquí el elemento social es innegable.

En relación con esta concepción del lenguaje, en El lenguaje como semiótica social (1978), Halliday desarrolla el concepto de antilenguaje. En términos generales, dicho concepto está relacionado, como caso extremo, con los dialectos sociales, que poseen un código, pero las jergas llevan a cabo un cambio de un código para que no sea entendido sin desarrollar uno propio


Según él, un antilenguaje surge en la antisociedad, es decir que por motivos de marginalidad, se crea  como una microsociedad que se establece dentro de otra como alternativa. Es un modo de resistencia que puede adoptar una forma pasiva o  activa, e incluso de destrucción. Este sería el origen del lenguaje de resistencia, una forma de revolucionaria contra las normas, convenciones y restricciones propias de la dominación simbólica que ejerce la cultura oficial en base a  qué se puede pensar, hacer, decir.
Un recurso característico es agudizar la imaginación, para dar lugar a la creación de nuevos significados y con ello debilitar o trastocar, a partir de las metáforas, la racionalidad  en el lenguaje estandarizado de la cultura dominante. Se trata de un cambio estético que incluso puede dar lugar a una poesía de protesta.
En este sentido, se puede concebir el lenguaje estándar como un modelo autoritario cuyas normas impuestas pueden ser resistidas por el antilenguaje de los argots, jergas, u otros dialectos sociales, o incluso de la poesía, en tanto puede llegar a ofrecer una realidad alternativa al modelo recibido.
Desde el punto de vista de la estructuración lingüística, entre un lenguaje y un antilenguaje existen similitudes. La estructuración del antilenguaje parte de la misma gramática general  pero usa  un vocabulario distinto  en  las áreas relacionadas con las actividades de marginalidad  y aquellas que se  separen de manera más radical de la sociedad establecida. En sí, este vocabulario particular se asemeja a la característica técnicas de un registro especial.
La forma más simple adoptada por un antilenguaje es la del cambio de palabra. Se trata de una nueva lexicalización de términos de carácter parcial ya que no todas las palabras del lenguaje común tienen una realidad cubierta por el antilenguaje. Además, puede ser caracterizado también por una sobrelexicalización en determinadas áreas.
Ahora se explicaría correctamente el por qué estos antilenguajes siempre han surgido entre grupos pertenecientes a la clase social más baja y conflictiva. Se observa un creciente desarrollo en los suburbios de las grandes ciudades y hay lugares donde tienen un uso continuo como en la cárcel. Existen jergas de prostitución, de drogas, de las cárceles…, es decir aquellos sectores que tienen una visión negativa y provocan una fractura en la sociedad.
Finalmente, es de destacar que no todos los antilenguajes son lenguajes de resistencia y protesta sociales. Hay jergas más intelectuales, como los lenguajes del misticismo en la literatura, la jerga médica, la jerga tecnológica o la jerga de los juristas entre otras.

Bibliografía: EL LENGUAJE COMO SEMIÓTICA SOCIAL M.A.K. HOLLIDAY
                A PROPÓSITO DE LA VIOLENCIA DEL ARGOT M.L. PARDO.
               







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